sábado, 18 de diciembre de 2010

¿Aspiraciones profesionales?

Ninguna. Yo no quiero dejar de ser nunca una humilde estudiante de periodismo, con muchas ganas de aprender y mucho miedo de equivocarse.

Tendré en algún momento que salir a trabajar. Y entonces espero ser suficientemente capaz para hacer bien lo que tenga que hacer. Tener paciencia, no cansarme, no traicionarme.

No aspiro a ser una reportera consumada, yo lo que quiero es contar historias. Acercarme a la gente y preguntar, buscar documentos y encontrar respuestas.

No quiero  nunca ser una columnista pretenciosa. Pero si alguien quisiera saber mi opinión, deseo poder darla con una explicación suficiente de mis argumentos.

Si he de investigar, no quiero cansarme ni desistir hasta encontrar el dato que precise o concretar la entrevista que requiera.

Si he de corregir o editar, deberé tener claros los criterios para hacerlo.  Quiero siempre estar dispuesta a escuchar,  no cerrarme a las razones de los otros, consciente de soy humana y puedo equivocarme.

Si alguien, alguna vez, pide mi ayuda para algo, quiero dársela en la medida que me sea posible.

Eso sí, he de dejarle claro a los demás, pero sobre todo a mí misma, que nunca podré ser LA gran periodista que todo el mundo espera. Lo único que puedo y debo hacer, es comprometerme a ser siempre no más de lo que ahora soy:

Una humilde estudiante de periodismo, con muchas ganas de seguir aprendiendo, y mucho miedo de hacer las cosas mal.

¿Para qué tener aspiraciones profesionales, cuando es suficiente una declaración de principios? Las aspiraciones se las traga el olvido cuando el futuro no sale como se espera a la hora de volverse presente. Pero los principios, si lo son de verdad, van firmes con uno todo el camino hasta la tumba.

Yo quiero que estos sean los míos. Ojalá que sí, que no sean una mera cursilería idealista de una joven e ilusa estudiante.

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