lunes, 28 de febrero de 2011

Escribir

Escribo en la lap  porque es más fluido que a mano. Así, mis dedos pueden seguir mejor mis ideas. Entonces oigo música: una estación de radio irlandesa, Stereomood, o Radio Educación. A veces también escucho el Ipod o MVS Radio. De noche, casi siempre. Tal vez con una cerveza. Probablemente con café y cigarros. Eso sí, siempre al amparo del infaltable Internet.
A veces siento que no me concentro bien en nada, porque en la compu oigo música, leo noticias, estoy en Messenger, Facebook, y reviso mis correos. Ah sí, también escribo.
Últimamente ya no tanto, pero mejor. Bueno, no sé. Escribo cuando estoy enamorado. O triste. Escribo mucho y no escribo nada. Lo hago dormido, redacto miles de sueños. Lo mismo despierto. De vez en cuando puedo tomar un lápiz y garabatear letras espantosas que tal vez después no entienda. O ya no me importen.
Si es rollo mío, escribo como se me da la gana. Sin fijarme en el orden, sólo digo lo que quiero decir cuando me nace decirlo. Si es por encargo, imagino primero mi texto. Lo moldeo en mi cabeza, y cuando me siento seguro voy poniéndolo en el papel. Siempre lo pulo después, al releerme.
No es que mis textos no me gusten, pero siempre me reprocho un poco porque sé que puedo hacerlos mejor. Intento llegar a la mejor forma de decir algo, trato de convertirme en alguien que cuenta bien una historia.
Critico mi puntuación, mi estructura, mi lenguaje. Mis errores me duelen, pero los acepto. Arrepentido, prometo no volver a cometerlos. Festejo, también, mis logros.
Lo que más me satisface son las líneas que me cuestan lágrimas y risas. Las que no puedo escribir de corrido porque me gana la emoción. Creo que mis mejores textos son los que hago pensando en alguien más, en alguien que quiero. Paradójicamente, me ayudan a conocerme a mí mismo, a aceptarme y quererme. Admirarme, incluso.
Lo que ya no hago es forzarme a escribir sobre las cosas que creo que debería escribir, o para cumplir la disciplina con la que quisiera hacerlo. No. Para mí escribir es algo orgánico, que sólo puedo hacer cuando tengo ganas o le encuentro el caso. Me caga tener que hacerlo cuando no quiero. Es como si me obligaran a masturbarme cuando no tengo ganas.

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