sábado, 5 de junio de 2010

Medidas desesperadas

Imagina una situación desesperada contra la que quieres protestar, y no te dejan. En la que gritas y no te escuchan. Imagina que tienes la imperiosa necesidad de pedir auxilio, de ser escuchado y nadie te oye. Parece angustiante, ¿no?
En la vida social y política así sucede con numerosos grupos que tienen, como todos, el derecho a expresar su opinión y ser escuchados, que deberían ser tomados en cuenta pese a ser una minoría, pero que son ignorados sistemáticamente.
Los seres humanos somos animales sociales; ser ignorado equivale a no existir. El aislamiento es una condena de muerte. ¿Qué hacer para que los demás te vean y escuchen, para que sepan que necesitas urgentemente ser, si no aceptado, al menos tomado en cuenta?
Situaciones desesperadas requieren soluciones desesperadas. La huelga de hambre es una, a mi parecer, suficientemente dramática y significativa como para ser ignorada ¿Somos capaces de ver cómo una persona renuncia lentamente a la vida física, en protesta por su muerte social o política? 
Parece que sí.
Por supuesto, todo esto tiene que ver con la huelga de hambre que llevan a cabo trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Y no, lector, no voy a decirte que son unos mártires, ni voy a defender a un sindicato que es corrupto, como todos en este país.
Lo que quiero es manifestar mi profunda indignación respecto al hecho de que son ignorados. Medios como Televisa no pueden tener criterios más errados. No es posible que un grupo de personas, sin importar quiénes sean o qué hayan hecho, lleve 34 días sin comer en pleno zócalo capitalino, y nadie les haga caso. Si eso no es noticia, no tengo la más mínima idea de lo que pueda ser.
El gobierno debería enviar un representante que se digne pararse ahí, y preguntarles qué quieren, por qué lo hacen, ver si puede ofrecerles una solución. Pero no les importa. Esta gente puede suicidarse si le place; citando una frase de Carlos Salinas: Ni los ven, ni los oyen.
También la sociedad se ha insensibilizado. Escucho comentarios que manifiestan que si bien la huelga de hambre es una medida desesperada, es una mera estrategia para llamar la atención. Y agregan, tan tranquilos, que es una pérdida de tiempo, una estupidez arriesgar la vida así, porque de todas formas nadie les va a hacer caso.
¿Qué es más inhumano, dejarse morir porque nadie atiende tus demandas, o permanecer indolente ante ese hecho?
Si alguien, quien quiera que sea, adopta la huelga de hambre y ni siquiera así es tomado en cuenta, ¿qué nos queda como medida última para protestar?
Es más preocupante que a nadie le importe si ellos se dejan morir, que las razones que ellos tengan para hacerlo. Estamos perdiendo la capacidad de indignación, de interesarnos por lo que le sucede al otro.
Sin estas capacidades humanas, puede que un día salgamos todos a gritar a la calle sin poder escucharnos; puede que nos demos un tiro frente a una multitud, y nadie se moleste siquiera en recoger nuestro cuerpo.

1 comentario:

  1. Tienes razón en muchas cosas. Sin embargo me parece que tu opinión acerca del Sindicato sale sobrando, cortas con la misma tijera a todos como si tuvieras pruebas de lo que dices. Y sin ser sentimental y aceptando sin conceder, pienso que la gente, la población, el pueblo tiene miedo a verse reflejado en ese trabajador que se manifiesta de cualquier forma en la calle. Evaden sentir lo que sentimos los que nos quedamos a la calle y no nos dijeron porque... creerle al gobierno es creerme a mi, sin dar razones. Será probado que lo que hicieron estuvo mal, el prestigio del Sindicato será restituido cuando ya no interese mas, la mira será dirigida a la siguiente institución por destruir. Te mando saludos, esperando que la huelga de hambre dure lo menos posible por el bien y la salud de los que la hacen.

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