Las pretendidas "discusiones" en torno a la lectura son no sólo irrelevantes, sino absurdas: ¿qué se puede disertar cuando la importancia de leer es innegable?
Deberíamos dejar de perder el tiempo en criticar la ignorancia ajena, en intentar convencer con argumentos sensatos los oídos y conciencias de necedad probada.
Invertiríamos mejor nuestros esfuerzos si discutiéramos asuntos verdaderamente necesarios y urgentes, como la implementación efectiva de mecanismos de rendición de cuentas y sanciones para los funcionarios públicos todos, sin distinción de copete.
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