jueves, 6 de mayo de 2010

Radios Comunitarias

He aquí un reportaje (o intento de) que hice sobre las radios comunitarias. Lo hice a partir de la experiencia en el Foro Social Mundial. Comentarios y críticas son bienvenidos.

“Fuimos una vez a ayudar a montar una radio en la costa de Chiapas, y la gente de ahí nos preguntaba ¿cómo vamos a hacerle, si no sabemos leer ni escribir? Ellos, gentes pobres de pueblos, sentían que no iban a poder porque nunca habían tenido la oportunidad. Yo les decía, no van a leer las noticias, van a contar la verdad de su vida, de lo que les pasa”, cuenta Heber Matus, de Radio Frecuencia Libre de San Cristóbal de las Casas. Lo hace lejos de ese contexto, sobre la plancha del zócalo de la Ciudad de México, en la Carpa de Comunicación del Foro Social Mundial.

Los días, 2, 3 y 4 de mayo en que se lleva a cabo se instalan carpas dedicadas a diferentes temas: economía, violencia, ecología, política; alrededor de la bandera, que erguida sobre su asta se mece al sol y al viento, se asoman múltiples realidades.

Otros como Heber, que tienen experiencia trabajando con las radios comunitarias vienen a decirle a todos los que quieran escuchar cuáles son sus problemas y demandas; sus propuestas y metas. Julio Cervantes, también de la CCC, se queja: “Da miedo el desconocimiento de quienes toman decisiones sobre lo que pasa en las comunidades”. Las políticas públicas están equivocadas, dice, porque se basan en un Plan Nacional de Desarrollo, cuando lo que se requiere “son muchos planes comunitarios”.Jorge Ignacio García Ponce, de la Central Campesina Cardenista (CCC), pregunta “¿Nos acostumbraremos a la pobreza, a la violencia? Las autoridades harán o no su papel… pero, ¿qué hace la sociedad?” Para él, el trabajo de la radio comunitaria es luchar contra la opresión, contra el aislamiento. “Los grandes medios han impuesto su discurso y su dinámica. Callan realidades que son desconocidas para la mayoría. Tenemos que organizar una respuesta a esto, no hay alternativa”

Al definir la radio comunitaria, la UNESCO toma en cuenta la forma de propiedad de la radio y la labor que se realiza para los oyentes. Sus fines no son de lucro, debe formarse con miembros de la comunidad, y servirle. En cambio, en la Ley Federal de Radio y Televisión (LFRT) no aparece ni una sola vez, textualmente, el término “radio comunitaria”. Considera a las emisoras permisionadas, pero son diferentes. Estas son oficiales, pertenecen a una institución del Estado, tienen presupuesto asegurado; las radios comunitarias no. Como tampoco son radios comerciales, no tiene concesión ni venden publicidad.

La gente de las radios comunitarias se sabe no sólo ignorada o incomprendida, también agredida. En 2008 AMARC publicó el libro “Bases para una política pública en materia de libertad de expresión y medios comunitarios”, dedicado al caso mexicano. En él, registran varias agresiones contra diferentes radios comunitarias, y analiza los casos. Divide las agresiones en dos grandes categorías: las
relacionadas con omisiones del Estado, cuando no previene, investiga o castiga; y las relacionadas con acciones del Estado, cuando de las autoridades proviene el hostigamiento, con actos que a menudo se hacen pasar como legales.

Por ello organizaciones como la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) afirman que la LFRT establece un trato discriminatorio. Ya en 2007 la Suprema Corte de Justicia de la Nación reconoció que dicha ley vulnera el ejercicio y acceso al derecho a la libertad de expresión, al no garantizar el acceso equitativo a la diversidad de medios, según lo establecido en el artículo 2 de la constitución en torno a el acceso de las comunidades indígenas y equiparables, a operar sus propios medios de comunicación… pero no ha habido reforma alguna que haga algo al respecto.

La lista de estaciones agredidas atraviesa al país de norte a sur. Algunos casos emblemáticos son Radio Tierra y Libertad, de Monterrey, Nuevo león; Radio Bemba, de Hermosillo Sonora; La Voladora Radio, en el Estado de México. En Oaxaca, Radio Calenda, y La voz que rompe el silencio. En esta última trabajaban Teresa Bautista Merino y Felicitas Martínez Sánchez, muertas el 7 de abril de 2008. Hasta el momento no se ha esclarecido el caso, ni se han deslindado responsabilidades. También en esa estación, que se encuentra en la zona indígena triqui, colaboraba Beatriz Alberta Cariño, quien murió el pasado 27 de abril, en la emboscada que sufrió la Caravana de la Paz cuando se dirigía a la comunidad San Juan Copala, en Oaxaca.

A pesar de todos estos problemas, en las comunidades se sigue haciendo radio. Muchas veces sin permiso, por lo que también a esas estaciones se les llama “piratas”. No se trata de competir contra las radios comerciales, sino que el uso de la radio “viene determinado por la necesidad”, según Drax, de Radio Plantón. Un representante del Centro de Apoyo Comunitario Trabajando Unidos (Cactus), lo secunda: “Los pueblos indígenas tenemos derecho a nuestros propios medios, a nuestra propia expresión”.
Ellos toman los medios, porque no van a esperar a que los grandes medios “se dignen” ir a buscarnos”. Pedro González, de la Asamblea de Migrantes Indígenas, dice que se saben capaces de usar la tecnología “a nuestro modo y a nuestro favor, para compartir conocimiento”.

Para defenderse crean sus propias estrategias. Forman asociaciones permanentemente comunicadas, para prestarse apoyo. Recurren al ingenio, como “La andariega radio, la voz que camina”, que en Chiapas se traslada de una colonia a otra, para evitar que les incauten el transmisor. Heber Matus cuenta que una en que la policía iba por ellos, lo dijeron al aire, y un grupo de gente fue a la casa donde estaban: impidieron el paso de la policía, que no se atrevió a irrumpir ante tantos testigos.



Al transmitir, no importa si se equivocan, ni van muy rápido, saben que un minuto de su tiempo no vale un millón de pesos. “Lo que hay que ver - dice Heber- es que el que habla se oiga bien, que cada uno diga así como habla, como lo siente, no como los demás lo piensan”. Tampoco se preocupan si al hacer la transmisión desde campo abierto se escuchan las gallinas; esos no son ruidos, son parte del entorno en el que viven. Pedro González afirma que lo esencial es apegarse a los principios de la vida comunitaria: vivir en la comunidad es comprometerse con ella. Compartir, ser recíprocos, fomentar el diálogo y respeto a la tierra. Hacer radio “a partir de nuestra palabra y nuestro corazón”.


Mientras nos cuentan lo que hacen allá, aquí, en el zócalo Jorge Ignacio García Ponce se pone de pie y llama a los asistentes de la carpa “para que se transformen en ciudadanos y participen, para que se den cuenta de que lo rural no está tan lejos de la ciudad”.

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