lunes, 11 de enero de 2010

Hablemos del Bicentenario

No pretendo aquí elucubraciones que en afán de erudición acaban por ser estériles. No hablaré de los valores que motivaron la Guerra de Independencia, o la Revolución, mucho menos me meteré en vericuetos históricos ni me voy a poner a hacer un análisis todo sesudo porque no soy especialista.
Lo mío parte de algo mucho más simple: Empieza el esperado y temido año del Bicentenario del inicio de la Guerra de Independencia, así como del Centenario de la Revolución... y cerca de mi casa hay una escuela primaria.

[La foto es de Ulises Castellanos, y se obtuvo de acá]

Oigo a los niños cantar, gritar a todo lo que dan sus pequeños pulmones el Himno Nacional Mexicano, y siento agitarse en mi pecho la emoción de aquellos días en que pronunciaba el Juramento a la Bandera con toda la solemnidad de la que era capaz. Porque nunca pude ser de los niños que reían o cuchicheaban, a mí el respeto por la patria, por lo que creía en mi pequeña cabeza que era la patria siempre me pudo más. Al cantar me erguía, procuraba que mi voz sonara fuerte, aunque sin caer en gritos, y miraba al frente. Y como yo fueron, son muchos más.
Cuando escucho esas infantiles voces siento una cosa entre esperanza y pena. Esperanza porque sé cómo es ese furor, ese amor patrio que siente un niño pequeño cuando canta el Himno, cuando hace el Juramento. Pena por la manera en que este sentimiento tan noble se desperdicia.

Aclaremos un punto antes de seguir. Yo sí creo que el patriotismo es valioso y necesario, que dista de ser un mero romanticismo idiota con el cual persuadir a la gente de que salga a matar a cualquiera que no haya nacido en el mismo lugar, no hable la misma lengua o tenga ideas diferentes.
Cierto que nuestro Himno Nacional honra a los hombres de armas, y es de hecho un llamado a la guerra. Pero hay que entender que los contextos son distintos. En aquellos años (1854) lo que importaba era lograr cierta unión para no permitir que nos arrebataran nuestro pedazo de tierra. Hoy tengo la seguridad de que hacen falta patriotas, y muchos. Pero para mí un patriota en estos tiempos no es un soldado dispuesto a matar sin cuestionar, ni alguien que desperdicie su vida en la inútil defensa de radicalismos idiotas. Lo que yo entiendo por patriota es un ciudadano en serio, que se compromete y defiende la democracia de manera cabal, no con discursitos. Puede sonar cursi y tonto, pero eso es lo que pienso.

De vuelta en el asunto de los niños, estoy seguro de que esos sentimientos de orgullo, pasión, amor y entrega que inundan a todos los mexicanos al menos una vez pueden servir para enseñarles a ser buenos ciudadanos. A entender y exigir la democracia; no recitarles esa estupidez de que es una forma de gobierno que inventaron los griegos y que significa "gobierno del pueblo".
A los niños hay que enseñarles que tienen derechos, que todas las personas los los tienen, que éstos se deben respetar y defender. Es necesario hacerles entender que también tienen obligaciones, explicarles que hay que exigir rendición de cuentas a los gobernantes porque lo que ellos tienen no es de ellos, sino de los ciudadanos.
El asunto es mucho más complejo que eso. Se trata de educarlos para que se preocupen por los demás, que piensen en los otros millones de niños que también cantan a las ocho de la mañana y que también son mexicanos. Meterles en sus cabecitas la idea de que el que tranza nos jode a todos, que el bienestar individual jamás debe estar por encima del bien común.
Esas serían verdaderas clases de civismo, pero por desgracia en este país lo que se reciben a diario son lecciones de cinismo. ¿Quiénes somos nosotros para enseñarles a ellos la importancia del 2010? ¿Qué es los que hemos aprendido en estos doscientos años? ¿Qué es lo que obtuvimos en los últimos cien?
Escucho esos versos que cantan los niños todavía...
"Piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo / un soldado en cada hijo te dio"
"... los cañones horrísonos truenen / y sus ecos sonoros resuenen / con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!"
"¡Patria! ¡Patria! tus hijos te juran / exhalar en tus aras su aliento / si el clarín con su bélico acento / los convoca a lidiar con valor"
Y recuerdo que en la versión original dice entre sus estrofas...
"Ya no más de tus hijos la sangre / se derrame en contienda de hermanos / solo encuentre el acero en sus manos / quien tu nombre sagrado insultó"
¿Qué sería de este país si cada uno de sus habitantes se comprometiera a ser un verdadero ciudadano, a cumplir sus obligaciones y exigir sus derechos? ¿A quién se le ocurre en este año conmemorativo pensar acerca de la unión y la libertad? ¿Cuáles son las las causas a las que entregan su vida los soldados? ¿Qué llamados u órdenes debemos acatar? ¿Cuál ha sido nuestra falta con el país y con nosotros mismos como para estar enfrascados en esta violencia tan fuerte que se expande por todo el territorio?
Son cosas que no sé, querido lector. Pero me quedaré meditándolo ahora que los niños se han callado. Eso es lo que creo que se debe hacer ahora con la llegada del Centenario y Bicentenario: Pensar en lo que somos, en lo que hemos hecho y en lo que vamos a hacer como país, como ciudadanos.
Sólo entonces podremos saber si estamos dispuestos a hacer de nuevo El Juramento, entenderlo, asumirlo y cumplirlo:
"¡Bandera de México! Legado de nuestros héroes, símbolo de la unidad de nuestros padres y nuestros hermanos, te prometemos ser siempre fieles a los principios de libertad y de justicia que hacen de nuestra patria una nación independiente, humana y generosa a la que le entregamos nuestra existencia"

1 comentario:

  1. Sí, así es... Es una lástima ver todo ese sentimiento desperdiciado, nos hace falta ser más patrióticos y menos patrioteros, ser responsables y ver por el país en vez de preocuparnos por echarle la basura al vecino... En fin, como ya había mencionado, hará falta un vasto esfuerzo para cambiar este país...

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