Internet propicia la deslegitimación del principio de autoridad, usurpado por una desmocratización de la opinión que en realidad supone una perversión y aún una degradación de la democracia. Basta ver la general banalización de los lectores en la prensa digital y la intoxicación que a su vez produce en la calidad de la información.Aunque supone una ampliación del derecho a la información y la cultura, Internet también pone de manifiesto los problemas de educación.
En general el autor postula la necesidad de una figura reconocida, que oriente las opiniones. No un falso líder de opinión, como los que a menudo la TV usa; sino alguien reconocido por su capacidad y conocimiento del tema. Por eso no desaparecerán, no pueden desaparecer, los periodistas, editores, críticos, politólogos, sociólogos y demás especialistas. Los necesitamos.
Aunque no estoy de acuerdo con todas sus afirmaciones, o al menos no en el tono en que las dicta, me parece un punto de vista valioso: Internet es una herramienta poderosa, sí; pero también nos expone en todos nuestros errores y vicios. No es el medio salvador, ni una condena para nadie: lo que de él resulte depende, en primer y última instancia, de nosotros, de quienes lo usamos.
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